Notas para «Lumbre de Ciervos» de Emma Villazón
Por Marina Arrate
Así como Cé Mendizabal —poeta, crítico y escritor que prologa el libro— yo también partiré haciendo el elogio entusiasta de este bello poemario. Dice Cé Mendizabal: «el tiempo…habrá de confirmar a Lumbre de Ciervos como uno de los poemarios más brillantes de esta parte del mundo en los últimos tiempos».[1]
Así como uno de sus críticos —Marcelo Villena— , yo también coincido con el sistema de referencias filosóficas —Didi-Huberman , Blanchot, Benjamin, Barthes— a las que acude para comprender o dar cuenta del texto [2], para seguir la des-sujeción programática de la hablante, así como la elaboración de esa constante sustracción.
Pienso que este libro de poemas posee distintos accesos de entrada, y cada uno de ellos es interesante, complejo y rico. Pienso, por ejemplo, en el sistema de epígrafes, citas y dedicatorias. Pienso en el estilo hermético de la escritura, a veces. Pienso en las referencias filosóficas que enuncia Marcelo Villena, el crítico arriba citado. Pienso en la reflexión acerca de la poesía en la sección Diálogo de Ciervos. Pienso en el problema de la familia, por sobre todo, en los lugares que ocupan la madre, la hija, y el hijo o no hijo.
Por mi parte, me interesó en Lumbre de Ciervos la des-sujeción programática de la hablante y la elaboración de esa constante sustracción.
De un cierto modo —estrictamente poético— Lumbre de Ciervos podría ser leído en clave de Notas de Viaje. Sólo que se trata de un viaje en que no hay retorno. La hablante —la hija— va soltando sus referentes, se va des-sujetando. Es aquí probablemente donde resida la fuente del asombro que recorre a la hablante asi como nuestro propio asombro.
El libro se estructura en tres partes: primero, el inicio del viaje, el inicio del poemario, con la reflexión acerca de la naturaleza de los desplazamientos o de las migraciones y los trabajos de la sujeto. En el primer poema titulado Anuncio de Ciervos leemos:
«Ubica la hija el cuerno/…
ubica la que amanece el cuervo
lo blande y en lumbre nace su espada/…
De aquí para allá a cortar empieza
paredes vasos umbilicales cordones
de hojas atadas a nombres con amor
no manso Nuevas formas ebria imagina
de procrear ciervos: que la madre duerma
sin croar ni quebrarse por años:
que los hijos colgados no sean
en cruz ni pedidos: que esa vieja trama
renazca mas cerca de libélulas o barro.
Ubica la rauda el trueno lo acoge
se dedica a raspar y raspar con él
en lo seco hasta que avizora
incendios emanaciones sin letra
flores dobles: un río alzado en la voz que no cesa»
Ya en este primer momento, se inicia la des-sujeción de la hablante. De cuerno a cuervo, a espada a trueno, la hija comienza a cortar vínculos. Nada de hijos, sino poemas ciervos. Hay un sueño con un hijo que no es, en el poema Sueño del Hijo, el territorio se difumina en el poema Desde Las lilas, las casas estallan en el poema Deslumbre Migratorio, alguien habla en un poema que no se sabe quién es en el poema Un Horizonte: una mano, parte el viaje:
«Nadie parte fácilmente y quizás nunca del todo
de instancias mayores, sobre todo
del lugar del origen, de esa torre ambigua
y amenazadora, siempre hambrienta de sueños idénticos»
dice en el poema Parlamento
La hablante va «partiendo-volviendo, escindida, sin retorno», en Deslumbre Migratorio, en «el estilo de lo desasido – centelleos marinos» en el mismo poema, «en que las casas estallan» » a un estallido del camino», de nuevo en el mismo poema.
En el poema en que la autora declara no saber quien habla, una ella «de noche en noche (aciaga) ella circula (reina) (sucia) coja/ entre rotura y nado» (En el poema Un Horizonte: una Mano). En este poema las des – sujeción ya alcanza la identidad.
Momento preciso que abre la segunda parte del poemario titulado Diálogo de Ciervos. La poeta dialoga con otras y otros poetas: Marina Tsvetáieva habla con Rilke, Villazón habla con Tsvetáieva, acude a Sáenz en una cita, toca a Mistral, avizora a Lady Godiva (que escribe el poema Edge), acude a Emerson, a Elizabeth Bishop, a Marianne Moore, al Escarbador, al Traspasado, a Sophie Podolsky.
En esta sección de Diálogo de Ciervos en que la poeta conversa con los poetas arriba señalados, y que se abre bajo el epígrafe de Jaime Sáenz,: «¿por qué el poeta quiere mirar y tocar la palabra?», se pone en jaque, entre otras cosas, el concepto de nacionalidad de poeta. En carta a Rilke, que Villazón incluye en el poemario, Tsvetáieva afirma: «Para el poeta no existe lengua materna. Escribir versos significa traducir…La nacionalidad es inclusión y exclusión. Orfeo Hace estallar la nacionalidad o amplía sus fronteras…».
Cuando escucha al Traspasado: «Ahora sé que si viniera alguien a preguntarme qué dice el poema/ no haría más que oírte clara y oscuramente: ¡¿El poema?! Dice que es el poema y que Habla y Pasa!».
Así es pues la respuesta del Traspasado a la pregunta de Sáenz. Esta sección es muy compleja, rica, y enteramente llena de alusiones, guiños, intertextualidades, reconocimientos, y reflexiones. Luego de esta respuesta del Traspasado llega el momento en que los ciervos hacen restallar sus cuernos. La tercera sección se titula Erotismo de Pelaje Oscuro. Dejaré al lector, a la lectora, el interés por ahondar en esta última sección. Sólo terminaré con dos cosas: en esta última sección continúa la des- sujeción de la hablante. La cuestión del género femenino se pone en cuestión.
Uno de los tantos posibles alcances que rondan esta escritura es aquel de la madre y de la hija. El libro se abre con ambas, el libro se cierra con la hija. El último poema dedicado precisamente a la hija dice: «No, ya no era mujer, era lluvia oblicua dorada en la ventana del lenguaje. Alguien, algo, que quería corear Sin corifeo no es alegría ni dolor este dolor con que me alegro, o aquí, escuchen, ya no hay dolor ni alegría, ni frascos para lo propio o lo extranjero,, ni falos para hermosas y húmedas cavernas: solo posibilidades, ninguna bandera, la embriaguez por la succión de los sexos de los lirios por ejemplo, la disolución del ser bajo el otoño, la estocada, la estocada que recibe una cuerva en el pecho al convertirse en su propia madre, padre, Leteo, poesía y Pessoa,..».
De este modo, podemos hipotetizar que el esfuerzo de des- sujeción de la hablante justifica la escritura del este libro – hijo- ciervo y posibilita la fiesta; «Quiera que en vez de manzanas los ciervos/ roben p{ajaros, mitos, que gocen y escupan, y en los carozos/ marquen con aullidos sus nuevos renaceres o estruendos./ Quiera que al hundir sus cabezas en la luna donde pasten/ se digan: Ya…son las horas de la fiesta…».
Ésta, la preciosa fiesta de Lumbre de Ciervos.
Referencias
[1] Villazón Emma: Lumbre de Ciervos, Grupo Editorial La Hoguera, 1a. edición 2013, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.
[2] Villena, Marcelo: «La palabra Ciervos en la Caverna», en
http://www.eldeber.com.bo/brujula/2013-07-20/nota.php?id=130719171901