La poderosa poesía de  Marina Arrate propone un cambio de escena ya desde  su primer libro, Este lujo de Ser,  con una pregunta nueva: quién es la mujer que emerge desde la letra latinoamericana; desde qué umbral de esa letra, siempre subyugada a los modelos dominantes, se la puede encontrar; cómo  existir en la  historia de la mujer latinoamericana, particularmente, la chilena, en este “ insilio”  doble, marcado por la  colonización y el mestizaje.

  

Su poesía  de manera sutil alegoriza  la problemática de la existencia en el territorio frágil de la  nación, tomada primero por la dictadura  y luego, construida con el diseño neoliberal del mercado, post pinochetista. Fascismo y espectáculo; máscaras en series provenientes tanto del Imperio como del speculum femenino, en su sombrío espejeo y reverso del poder son los contextos de su trabajo literario.

    

Marina Arrate  también ocupa el fragmentarismo y se  adueña del neobarroco que se instala en el país gracias a  la lectura de Góngora y Quevedo, y la relectura de Lezama Lima para más adelante concluir con Sarduy y Arenas. Pero muchos otros autores, y desde diferentes campos,  ingresan a pluralizarse en este tramado orgánico y sensitivo que es su poesía. Tampoco se puede ignorar el trabajo de traducción  que la poeta hace de esas referencias  cruzándolas con   sentidos y fragmentos de habla  de la cultura sudamericana.

  

Eugenia Brito